Custodia del territorio, ciencia ciudadana y voluntariado, claves para la recuperación de las Marismas del Guadalquivir

Sevilla, mayo de 2025. La ONG Salarte ha desarrollado dos jornadas de voluntariado ambiental corporativo en el paleocauce de los Olivillos, La Puebla del Río (Sevilla), con la participación de profesionales comprometidos con la defensa del territorio. Estas acciones forman parte del ambicioso proyecto Alianza Marismas del Guadalquivir-Doñana, que lidera la asociación gaditana y que promueve un modelo de custodia y restauración activa de los humedales del suroeste peninsular.

El voluntariado no solo ha permitido a los participantes conocer de cerca un espacio natural de gran valor ecológico dentro del área metropolitana de Sevilla, sino también implicarse directamente en su recuperación. Esta conexión emocional y práctica con la marisma es, para Salarte, un factor esencial en la construcción de una ciudadanía ambientalmente activa y consciente, más aún sabiendo Doñana comienza en el área metropolitana de Sevilla.

El paleocauce de Los Olivillos es un humedal clave en el funcionamiento del bajo Guadalquivir y Doñana, que ha permanecido seco durante los últimos 5 años; Salarte -con la imprescindible colaboración de arroceros de La Puebla- consiguió en 2024 reinundar 30 hectáreas y trabaja con la Junta de Andalucía en la restauración de otras 30 hectáreas, para recuperar el funcionamiento hidrodinámico de 60 hectáreas que constituirán un santuario de biodiversidad junto a Sevilla.

Durante dos jornadas, los voluntarios colaboraron en tareas de conservación y mejora del hábitat, como la colocación de seis cajas nido para cerceta pardilla, instalando dos paneles interpretativos, retirando a mano especies invasoras o colaborando en el anillamiento científico de aves, integrando educación y divulgación ambiental, ciencia ciudadana y acción directa para la restauración del humedal. Estas labores son parte de las acciones que Salarte desarrolla en Los Olivillos desde principios de 2024.

El anillamiento fue dirigido por Manolo Vázquez, técnico de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), junto a la técnica de Tragsa Julia Conejo, que lograron un resultado de 180 anillamientos de más de una decena de especies, entre ellas carricero común y tordal, ruiseñor bastardo, zarcero pálido, curruca cabecinegra, verderón, gorrión moruno o jilguero. La instalación de dos paneles interpretativos, diseñados por la empresa gaditana Viento Creativo, completó la acción con un objetivo claro: sensibilizar a escolares, población local y ornitólogos visitantes sobre la riqueza de este enclave fluvio-mareal y su importancia como refugio de biodiversidad.

Es muy gratificante ver las caras de fascinación y sorpresa de los voluntarios al descubrir Los Olivillos, y cómo ese primer asombro se transforma en compromiso y satisfacción tras colocar cajas nido o ver especies en peligro de extinción como la cerceta pardilla o el porrón pardo”, destaca Juan Martín, presidente de Salarte. “Este contacto directo con el territorio es clave para crear conciencia colectiva y para que la ciudadanía forme parte activa de las soluciones que necesita el planeta”.

La experiencia vivida en Los Olivillos refleja la vocación participativa de la Alianza Marismas del Guadalquivir-Doñana, que busca conectar y custodiar más de 13.800 hectáreas de marismas y humedales en las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva antes de 2027. Se trata de una iniciativa colaborativa que reúne a instituciones, científicos, propietarios, universidades, pescadores, ONGs y, especialmente, a la ciudadanía como agente protagonista en la defensa y recuperación de uno de los ecosistemas más singulares y valiosos de Europa.