La restauración del paleocauce del Guadalquivir es uno de los proyectos de la Alianza creada por Salarte. Tras un año de intenso trabajo, las 30 hectáreas de marisma reinundada albergan más de tres mil anátidas y otras aves acuáticas.“Ríos vivos y conectados con marismas activas evitan catástrofes naturales”. Juan Martín, promotor de la ALIANZA.

7 de noviembre de 2024.- La ONG Salarte lidera un ambicioso proyecto de gestión y restauración de marismas en las comarcas del bajo Guadalquivir, Doñana y la Costa Noroeste. A través de una alianza innovadora que reúne a gestores, titulares y propietarios de tierras, agricultores, acuicultores, pescadores, científicos, universidades, administraciones públicas, sociedades de cazadores y ONGs, se busca preservar y recuperar 11,500 hectáreas de marismas que abarcan las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, con el objetivo de alcanzar las 13,800 hectáreas en 2027. La Alianza está comprometida en recuperar el patrimonio natural de Andalucía, garantizando la sostenibilidad y el equilibrio de un ecosistema único en Europa.

La Alianza tiene como metas asegurar la calidad de vida a quienes pueblan sus orillas, garantizar que la Cofradía de Pescadores de Sanlúcar continúe ofreciendo el mejor pescado atlántico, los esteros del Guadalquivir produzcan camarones, doradas y lubinas de calidad, y para que Doñana continúe siendo el humedal más importante de Europa, despensa del suratlántico europeo y refugio para miles de aves acuáticas.

Uno de los espacios en los que se trabaja es el Paleocauce de los Olivillos, en La Puebla del Río, con el objetivo restaurar 60 hectáreas de marisma, una acción urgente debido a la dramática reducción de humedales, el descenso de las precipitaciones y la menor disponibilidad de agua, que afectan de manera significativa el cultivo de arroz en la zona. Estas condiciones, sumadas a la escasez de áreas inundadas en el Espacio Natural de Doñana, hacen de la Corta de Los Olivillos un área prioritaria para nuevas intervenciones de restauración.

En esta primera fase de trabajos, Salarte ha comenzado con la reinundación de 30 hectáreas de este mítico paleocauce, que llevaban cuatro años sin recibir agua en la temporada estival. Gracias a las autorizaciones obtenidas en mayo de 2024, Salarte pudo implementar un plan técnico de reinundación que ha asegurado una lámina de agua estable durante los largos meses de estío, lo que coincide con la época de cría y posterior muda de numerosas especies de anátidas y otras aves acuáticas. Las intervenciones incluyeron un bombeo inicial para asegurar la circulación de agua y gradientes adecuados en la columna de agua, que después han tenido la actuación clave de los arroceros aportando agua decantada para recuperar el entorno ecológico de la madre vieja del Guadalquivir, el cauce original por donde navegaron Magallanes, Colón y todas las tripulaciones y navíos que hacían las américas.

Esta primera fase de recuperación es solo el comienzo, ya que Salarte planea continuar con la restauración de las Cortas de La Isleta y los Olivillos y expandir sus intervenciones a otras zonas del bajo Guadalquivir en los próximos años, consolidando su compromiso con la biodiversidad y la sostenibilidad en el territorio. Además de la reinundación, el proyecto contempla la restauración de otras 30 hectáreas mediante la retirada de fangos y vegetación alóctona, integrar ganado para que corte a diente en una primera fase parte de la vegetación que ha invadido la marisma, el posterior desbroce a mano, la creación de nuevos canales para alimentar la marisma hoy seca y la adecuación de vetas, muros e islas centrales que servirán como áreas de nidificación para especies de aves acuáticas, como las limícolas, que encuentran en estos humedales un hábitat imprescindible para su supervivencia. Esta intervención no solo pretende devolver un hábitat esencial a las aves y fauna acuática, sino que contribuye al equilibrio del Guadalquivir y sus marismas, en un esfuerzo por restaurar un entorno perdido que afecta tanto a la fauna como a las comunidades humanas que dependen del río.

Gracias al compromiso de agricultores y acuicultores de la región, hoy en día esta primera fase de 30 hectáreas representa un refugio y fuente de alimento para especies amenazadas y en peligro de extinción. «No se trata solo de devolverle a los patos lo que nunca se les debió arrebatar, sino de recuperar un equilibrio esencial en el ecosistema del Guadalquivir, para garantizar que quienes viven y trabajan en sus orillas puedan seguir haciéndolo en el futuro», señala Juan Martín, presidente de Salarte y promotor de la Alianza.

Tras un año de intenso trabajo, los esfuerzos de restauración ya muestran resultados palpables. Actualmente, las 30 hectáreas de marisma reinundada albergan cientos de patos coloraos, patos cuchara, porrones comunes y pardos, ánades frisos, azulones, cercetas comunes y cercetas pardillas, calamones, somormujos, zampullines, fochas, garzas imperiales, cigüeñuelas, avocetas, agujas colinegras y colipintas, pagazas, charranes y aguiluchos, entre otros taxones que incluyen paseriformes, aláulidos, limícolas, acuáticas y rapaces, entre otros. Varias especies declaradas en peligro crítico, en peligro y amenazadas de extinción pueblan hoy estos humedales reinundados gracias al compromiso de arroceros, vecinos y administraciones.  En definitiva, más de 3.000 aves descansan y se alimentan en estas marismas del Guadalquivir, que nunca más les arrebataremos, en las que encuentran un entorno propicio para su desarrollo. Y todo gracias a comprometidos cigarreros como Antonio Pérez Bizcocho y a fantásticos arroceros como El Mocho, Francisco Aparicio o Bataola.

Es tal la expectación que está generando los beneficios de la Alianza Marismas del Guadalquivir Doñana en las comarcas que alcaldesas como Lola Prósper (La Puebla del Río), Carmen Álvarez (Sanlúcar de Barrameda) o Modesto González (Coria del Río) han solicitado a los técnicos de Salarte visitar sus respectivos términos municipales y ofrecer la inclusión de nuevas marismas y zonas húmedas de sus municipios en la Alianza para su recuperación y gestión.

“Si no hay agua en la marisma, no hay pesca en el Golfo de Cádiz”

La restauración de marismas representa un enfoque integral para la conservación de la biodiversidad y la resiliencia de los ecosistemas, con múltiples beneficios ecológicos, económicos y sociales. Las marismas funcionan como tanques de tormenta, como decantadores y filtros naturales que depuran y mejoran la calidad del agua, ofreciendo un hábitat fundamental para numerosas especies de flora y fauna. Además, su capacidad para retener agua ayuda a mitigar inundaciones y captura carbono, combatiendo los efectos del cambio climático.

En colaboración con agricultores y acuicultores comprometidos, Salarte se dedica a restaurar hábitats esenciales para la pesca local y proporcionan recursos a comunidades y fauna. La ONG también gestiona más de diez acuerdos de custodia del territorio en varias fincas del bajo Guadalquivir para proteger la cerceta pardilla, el porrón pardo, la anguila europea o el salinete, entre otras especies amenazadas, en un esfuerzo que refleja su compromiso con la preservación de la naturaleza y la sostenibilidad del entorno. Javier Garat, presidente de CEPESCA, afirma contundente que “si no hay agua en la marisma, no hay pesca en el Golfo de Cádiz”, un sector clave del que dependen miles de millones de personas para obtener proteínas de calidad y el principal medio de subsistencia de millones de personas en el mundo.

“Ríos vivos y conectados con marismas activas evitan catástrofes naturales”

Las numerosas cortas y modificaciones de cauce que ha sufrido el Guadalquivir desde el s. XVIII ha reducido de 129 km a 79 km el recorrido de Sevilla a Sanlúcar. Estos 50 km menos de recorrido y su desconexión de llanuras aluviales, riberas y marismas mareales supone que el Guadalquivir funciona como una “tubería”. Se han reducido en un 85% los llanos mareales que desde el S. XX amortiguaban avenidas y prevenían inundaciones, depuraban el agua del exceso de materia orgánica, decantaban sólidos y ofrecían nutrientes a moluscos, crustáceos, alevines y peces adultos. El agua del rio va, directamente, al mar sin alimentar el complejo sistema fluvio-mareal que dio origen a Doñana y que debería actuar como la principal y verdadera despensa de los municipios de Sevilla, Huelva y Cádiz que lo rodean, para Doñana y para el océano Atlántico. Las dramáticas consecuencias de la DANA sufrida en Valencia están provocadas por una desastrosa planificación territorial, una nefasta ordenación de la cuenca fluvial y por las consecuencias del cambio climático, que exacerba episodios de fuertes inundaciones, según catedráticos y expertos en ingeniería hidráulica. La Alianza Marismas del Guadalquivir-Doñana “busca ampliar las zonas de inundación para recuperar los equilibrios ecológicos del sistema fluvial y evitar, llegado el momento, episodios de inundaciones porque el río contará con “tanques de tormenta” naturales que disiparán la energía y reducirán los niveles de inundación en el cauce del río”, según Juan Martín.

“La Alianza combate el virus del Nilo fomentando sus predadores”

La reinundación de marismas desecadas aumenta la diversidad biológica, tratando de recuperar procesos ecológicos y completando las redes tróficas para asegurar un equilibrio de autorregulación en el medio ambiente. Unas redes tróficas equilibradas favorecen la abundancia de especies insectívoras, que predan sobre los mosquitos transmisores de virus como el del Nilo, según expresan investigadores y expertos de la Estación Biológica de Doñana, perteneciente al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). De hecho, el científico de la EBD-CSIC Jordi Figuerola ha señalado que la restauración de humedales contribuye a reducir las consecuencias del virus del Nilo porque «son métodos de control que tienen una efectividad a medio plazo». Eloy Revilla, director de la EBD-CSIC es un firme defensor de la Alianza.

“Cada hectárea de marisma rehabilitada produce una tonelada alimentos al año”

Este tipo de restauración no solo contribuye a la biodiversidad, sino que además fomenta la producción primaria, la educación ambiental, el ecoturismo y el desarrollo económico local, ofreciendo oportunidades de formación para que los jóvenes encuentren en el medio natural empleos verdes que les permitan desarrollar sus vidas en los pueblos y ciudades que les vieron nacer, contribuyendo a fijar población rural, a crear productos y servicios de alto valor añadido y sensibilizando al mundo sobre la importancia de los humedales.

Las marismas restauradas fortalecen las pesquerías locales y también atraen a las aves migratorias, convirtiéndose en una pieza esencial en la conservación de ecosistemas vitales. El científico José Pedro Cañavate, investigador del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía (IFAPA) afirma que “por cada hectárea de marisma rehabilitada se podría producir una tonelada al año de ingredientes marinos”.  Es tiempo, pues de restaurar nuestro patrimonio natural utilizando Soluciones Basadas en la Naturaleza para que siga dándonos de alimentos sanos que comer, agua limpia para beber, oxígeno para respirar, nos proteja frente a eventos climáticos adversos y genere riqueza, renta y empleo; en definitiva, un Guadalquivir y unas marismas sanas que ofrezcan bienestar humano y protejan a nuestros pueblos y ciudades en tiempos convulsos.